Pensar que nuestros chiquis crecen tan rápido, en ocasiones nos puede hacer sentir nostálgicos, felices, con dudas o nos hace reflexionar que el tiempo pasa muy rápido. Y la verdad es que sí, el tiempo no se detiene y ellos tampoco, día a día nos sorprenden con sus ideas, con sus respuestas, con su exploración y con la necesidad de demostrarnos que pueden ser desde sus edades muy independientes.
¿Pero cómo ocurre?
Es debido al desarrollo de la autonomía infantil, la cual es la capacidad que niñas y niños tienen para tomar sus propias decisiones, aprender a ser independientes en la cotidianidad y visibilizar sus intereses y gustos.
Este proceso va muy de la mano con la confianza personal, la cual es la creencia de que podrán ser capaces de actuar de manera adecuada ante una determinada situación. Y de la mano con otros procesos psicológicos muy importantes como autoestima, autoconcepto, autoimagen, etc.
Estos procesos están en constante desarrollo desde que nuestros nenes se encuentran fuera del vientre de mamá y los realizan a medida que van explorando los diversos estímulos que hay alrededor. Es así como el apego (esa conexión y vínculo estable que generan los niños con su cuidador primario) tiene gran relevancia en hacer sentir que el mundo y todo lo que hay alrededor de este, es seguro y estable para nuestros hijos.
Como se encuentran tan pequeños y dependen de nosotros, entran en un proceso de aprendizaje continuo, se educan, se desarrollan y además empiezan a fortalecer su propia seguridad, entienden que en el mundo hay normas - límites, y empiezan a sentir sus emociones y con ellos la capacidad de superar la frustración por las mismas, resolver conflictos propios de la edad y en este sentido ir aprendiendo poco a poco la importancia de ser responsables.
¿Y cómo se logra?
Indiscutiblemente a partir de la experimentación, solo con el hacer es que logramos descubrir esas capacidades que tienen nuestros nenes. Pero recordemos que en ocasiones ellos no exploran por situaciones que dependen más de nosotros que de ellos mismos, un ejemplo de esto es cuando aunque ellos quieran realizar algunas exploraciones nosotros los detengamos o lo evitemos por nuestras propias experiencias y los miedos e inseguridades que surgen de las mismas.
Es por ello que si este tipo de “sobreprotección” llega a ocurrir, lo primero que debemos hacer es no culparnos. Porque algunos de nosotros tenemos esta primera experiencia de ser padres y hasta ahora estamos conociendo nuestro rol y el rol de nuestros bebés, entonces como una gran expresión de amor queremos cuidarlos y protegerlos y eso está muy bien. Solo debemos analizarnos e ir poco a poco e ir avanzando en nuestros propios intereses, límites, miedos y sobre todo en nuestra expectativa sobre lo que queremos formar con nuestros niños y niñas, porque no existe ningún manual y cada familia es independiente de elegir su modelo de crianza.
Entonces… ¿Se le debe exigir a los niños?
Claramente NO, la autonomía y la confianza son procesos de desarrollo en equilibrio, integral, gradual y se genera según su etapa de desarrollo.
Como los estamos educando, podemos aprovechar situaciones en las cuales se puedan sentir involucrados en la cotidianidad, en ese orden de ideas los hacemos ver útiles, responsables y generamos en ellos rutinas y hábitos que fomentan su desarrollo. Adicional que aceptamos su proceso de crecimiento y podemos poner tareas que sabemos que pueden hacer para su edad, de hecho recibir su ayuda es hacerlos sentir necesarios en los roles del hogar y les formará para su segunda infancia, su adolescencia y demás etapas del ciclo vital.
¿Qué podemos hacer desde la familia?
Entender que el “Yo sé, yo puedo y yo quiero” es válido en su proceso de crecimiento, que en la estimulación el “Yo solito” me da la entrada como mamita y papito para formar y educar, que puedo comprender las necesidades de mi chiquito y que de esta manera podemos generar canales de comunicación con él o ella y dejarles el legado más importante que es saber qué pueden hacer muchas cosas porque tienen las capacidades para lograrlas.
Es por eso que una gran pregunta que podemos hacernos es ¿Mi ayuda es realmente necesaria? o puedo dejarlo que se estimule y explore, puedo darle el derecho a pensar, elegir, decidir con mi ayuda, arriesgarse, reafirmarse, imaginar o tomar la iniciativa.
Para esto, padres, madres o adultos bajo el cuidado del nene deben tener un buen manejo emocional propio, aceptar que existe su guía constante pero adicional delimitar normas y consecuencias ante situaciones de aprendizaje de los niños y niñas.
¿Qué responsabilidades se pueden delegar en la primera infancia?
Una gran cantidad, atendiendo a la edad es posible que los nenes logren clasificar la ropa, la cuelguen con supervisión, ayuden en la clasificación de la misma (sucia o limpia), organización de los zapatos. En la cocina y con los alimentos involucrarse para ir a hacer mercado y clasificarlo, así mismo permitirle explorar y comer solitos, aprender a manejar los utensilios, el vaso o vaso pitillo.
En hábitos como el control de esfínteres, ayudarles a que logren controlar, y si ya lo hacen que inicien el proceso de conocer su cuerpo y en la medida de sus posibilidades ya se puedan limpiar solitos.
En el baño y vestuario diario, permitirle que tenga opciones para escoger, si están en la edad adecuada dejarles abotonarse y desabotonarse, ayudar a usar los implementos del baño, enjabonarse y ayudar a secarse.
En sus tareas escolares sin importar la edad, intentar que las hagan solitos, que se sientan muy apropiados de su proceso académico.
Recuerden papitos, que la primera infancia es la etapa de desarrollo más importante y que en ella sentamos las bases de los procesos que más adelante se desarrollarán de forma más consciente. Por ello no olviden: Aprovechar las situaciones cotidianas, enseñarles y reforzarles a actuar y tomar la iniciativa, permitirles que afronten sus problemas y así mismo ayudarles a encontrar soluciones, dejarles pensar y ponerles tareas básicas en el hogar, estimularles y animarles cuando muestran ganas de aprender.
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